
Álvaro García
Cuenta el Cronista de la ciudad que, el 10 de julio de 1712, se experimentó en esta Villa el fenómeno de más horrible calor que hasta entonces se había visto jamás, cuyo aire abrasador parecía expedido por un volcán, de modo que las gentes no podían habitar en sus casas ni en parte alguna. Los frutos pendientes de cosecha como uvas, higos y demás fueron malogrados, sólo se exceptuó la corta cosecha de aceitunas de aquel tiempo, el viento ardía desde la sierra de Crevillente y esto hizo creer a muchos, si aquel extraordinario calor sería dimanado del incendio de dicha sierra, pero habiéndose sabido posteriormente que en Murcia, Orihuela, Elda, Aspe y otros pueblos se notó igual calor, se disuadieron todos que no podía ser efecto del fuego.